Tras estos 5 días de trabajo sin parar para la organización del seminario, llega el fin de semana y me toca recibir a los ilustres invitados. Por supuesto, ninguno de los que vienen han cogido el mismo avión nio llegan el mismo día, así que estaré desde hoy por la tarde hasta el domingo por la noche yendo y viniendo al aeropuerto. Afortunadamente, tengo carta blanca para el uso de taxis a cargo del presupuesto, porque si no...
A mi me gusta poco conducir, y mucho menos aún en este país. Le tengo una especial fobia a los coches automáticos y, además, el tráfico en Montréal es caótico en horas punta, mucho más que Madrid.
Llevo tres días sin comer, y no exagero. Me levanto a las 6 y vuelvo a casa sobre las 20:30, me tomo un vasito de gazpacho (hecho con estas manitas y el turbo max 3000), intento ver un poco la tele, me duermo el el sofá y a eso de la medianoche me despierto para arrastrarme a la cama. Estoy deseando de terminar este maldito seminario.
Además, tengo que prestar más atención a mi doctorando, porque creo que se está pasando al "lado oscuro". Ha faltado en las últimas semanas a la cita que tenemos para el seguimiento de su investigación. Creo que ya ha hecho las amistades necesarias para desenvolverse solo. Mejro para él. Al final, el haberle encontrado plaza en las residencias ha sido la mejor opción. Es justo lo que hice yo cuando llegué por primera vez, y pasé uno de los mejores veranos de mi vida.
Lo que no pienso perderme bajo ningún concepto es el festival de fuegso de artificio del sábado. Le toca el turno a Argentina.
Dentro de 1 hora llega el primer invitado desde Suiza. Voy a prepararme para ir al Aeropuerto. Seguro aque me tocará ir de cena con él, aunque me apetece tanto como que me pateen las espinillas. Es un verdadero genio en su campo, pero, como dice mi padre, "no te fíes de la gente que le quita lo blanco al jamón, no son de fiar". Esto viene a cuento porque la última vez que estuve con este ilustre profesor de la Universidad de Berna fue en Madrid, con motivo de unos cursos que se celebraron en El Escorial hace tres años. El organizador del curso nos invitó a todos los ponentes a cenar el un conocidísimo restaurante madrileño, donde este buen señor se dedicó a hacerle ascos a todos los platos typical spanish que le sirvieron. Cuando llegó la hora del jamón ibérico (bellota, nada de recebo), este individuo intentó quitarle la veta entreverada de tocino a las finísimas lonchas, acto que provocó la indignación de un profesor de Huelva , un poco achispado ya, que le soltó una diatriba en alemán sobre el colesterol bueno y la dieta mediterránea, a lo que el suizo respondió con un seco "Ah, bon, dans ce cas-là..." ....y dejó de comer.
Sguro que quier que le lleve a un restaurante suizo a cenar una fondue o algo similar.
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